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Líneas trazadas en la lucha por el derecho a saber y a crecer

Leía de niño. Bajo las sábanas con una linterna, cuando se suponía que estaba dormido.

Leí sobre fantasmas, del tesoro de la mente de Kathryn Tucker Windham pero no llegué a temerles.

Leí sobre una niña llamada Heidi, en los Alpes suizos. Quería conocerla, pero no ser ella.

Leí – esto cuando era muy joven – de Bess la hija del terrateniente – la hija de ojos negros del terrateniente – mientras era atacada y atada a un mosquete. Mientras buscaba a su amor a la luz de la luna, y allí murió en la oscuridad. Por su propia mano.

Sentí dolor y rabia y cosas que no entendía.

Leí sobre los trolls, pero no creía en ellos hasta que llegó internet.

Leí sobre un león, una bruja y un armario, pero no intenté atravesarlos. Leí sobre un niño que se negaba a crecer y, aunque lo intenté, no pude ser él.

Leí un libro tras otro sobre los grandes hombres de América y del mundo, sobre héroes que hicieron cosas extraordinarias. Más tarde supe que algunos eran ficción disfrazada de realidad.

Cuando era un poco más mayor leí libro

Los defectos de las personas me ayudaron a verlas mejor.

Leí sobre un hombre invisible y una niña judía llamada Ana Frank. Un mundo espantoso que me ayudó a ver a personas que no reconocía a mi alrededor.

Leí sobre sexo, envuelto en metáforas, en La letra escarlata, y desenvuelto lacivamente en Lady Chatterley’s Lover, que me contó cosas que no entendía, y que aún puede que no entienda.

Leí sobre guerras, batallas, engaños y genocidios, y nada de eso me dolió como la muerte de un perro llamado Old Yeller. Leí sobre lugares distintos a mi propio vecindario, cosas que no tenía, luchas que no conocía y personas distintas a las que había visto. No me convertí en ellos, pero los vi. Y supe que el mundo era más grande que yo.

No paro de hablar de libros, de bibliotecas, de quienes creen que es una virtud ocultar ideas e historias a los niños. Porque la alternativa es enseñarles a no pensar, a no sentir, a no cuestionar. Que es como encerrar su mente en un calabozo.

El año pasado, la prohibición de libros alcanzó el nivel más alto de las últimas cuatro décadas. Los libros sobre diversidad, sobre raza y género y sobre la inclusión de voces reprimidas durante mucho tiempo, son los más atacados y los que más probabilidades tienen de ser arrancados de las escuelas y bibliotecas de Estados Unidos y Alabama.

El alcalde de Ozark se preguntó cómo retirar decenas de libroses peligroso.

Matt Layne, el presidente de la Asociación de Bibliotecas de Alabama, envió la semana pasada una carta a los miembros – y en defensa de los miembros. Puede ver la carta completa a continuación.

“Los bibliotecarios están siendo acosados y atacados en los medios sociales,” escribió. “Nombres difamatorios y calumniosos están siendo lanzados contra nuestros colegas en todo el estado, por lo que estamos reenfocando y respondiendo directamente a aquellos que desafiarían el más básico de nuestros derechos constitucionales como estadounidenses y alabameños. Nos atrevemos a defender nuestros derechos y los derechos de todos los miembros de nuestra comunidad a tener acceso a los libros y la información que elijan leer.”

La Asociación de Bibliotecas de Alabama también emitió una declaración firme sobre esos peligros. También está abajo.

La asociación “rechaza categóricamente todos los esfuerzos por censurar o restringir el acceso a materiales de cualquier biblioteca en función de su contenido; además, denunciamos el aumento del acoso, los ataques verbales y las amenazas que los empleados y miembros del consejo de administración de las bibliotecas han sufrido por parte del público.

“Reconocemos el derecho y la responsabilidad de los padres y tutores de guiar las elecciones de lectura de sus hijos. Tales derechos no deben inhibir en modo alguno los derechos de los demás a leer o ver materiales de su elección.”

Es una lucha crítica.